Tras leer el libro de Rafael Andolz sobre leyendas pirenaicas sentado frente a la Tendeñera con la paz que se respira a veces en el pueblo de mis abuelos me gustó reconocer entre siluetas de las montañas un elemento tan popular como son estas historias de gigantes, moras, rapatanes y gloriosas, todo un lujo por agradables.
Dejo una de ellas aquí, hay muchas más como esta de diversos lugares y las podreis encontrar por internet pero aconsejo leerlo en su lugar de gestación, junto a las gigantescas cimas y cuanto más cerca mejor.
Formigal en aragonés significa "hormiguero", como todo el mundo sabe. No obstante cuando uno visita ese precioso paraje ya famoso en el mundo del esquí se queda sorprendido por la ausencia de hormigas blancas que en tiempos antiquísimos, por lo visto abundaban allí.
Y entre Formigal y Sallent de Gallego destaca una de las peñas mas emblemática del Pirineo, su silueta con una doble punta a manera de bonete se refleja ahora en el lago artificial de Lanuza porque le gusta repetirse ya que es única. La llaman" La Peña Foratata " y los que la han escalado aseguran que esta casi hueca. Una boca en su cima, parece la entrada del mundo del mas allá: un volcán que nunca ha tenido erupción:la puerta del centro de la tierra.
Todos estos datos han formado la leyenda.
El anciano que me lo contaba hablaba con voz bajita y susurrante, como soñadora; y la vivía de tal modo que daría yo algo por reproducir exactamente sus palabras, ya que no sus gestos.
Anayet y Arafita eran tal vez lo dioses mas pobres de la montaña, les habían despojado de sus pinares y abetales, ni siquiera fresas o chordones, hasta sus ganados escaseaban sus senderos se habían convertido en pasos de contrabandistas.
Anayet y Arafita eran pobres pero trabajadores y honrados,Poco les importaba que los otros dioses- montañas los despreciaban porque ellos en su pobreza eran felices. Es mas tenían un tesoro que por nada lo cambiarían: una hija preciosa la diosa Culibilla a la que el cielo doto de todas las bellezas y cualidades entre las que destacaban el candor y su hermosura. Nada quería saber nunca de las pretensiones de todos los dioses pirenaicos.
Sus mejores afectos eran sin duda hacia los corderillos que competían en blancura con los inmensos heleros y glaciales que rompían el verdor de sus montañas .Y mas aun amaba a las humildes y trabajadoras hormigas blancas que durante el verano continuaban blanqueando la montaña, hasta el punto que Culibilla la bautizo con el nombre de Formigal.
La tranquila paz se acabo el día que Balaitus se enamoro ardientemente de Culibilla.
Balaitus era el revés de la medalla: fuerte, poderoso, temido por todos, nadie se oponía jamas a sus deseos. El amasaba las terribles tormentas del Pirineo y forjaba los rayos capaces de destruir todo lo que le apeteciera. Violento como ninguno, cuando se enfadaba y hacia correr sus carros por encima de las nubes, se estremecían hasta los cimientos de las montañas.
¿Como iba a ser feliz Culibilla con ese dios ? Naturalmente, lo rechazo como a todos los demás que la habían pretendido, pero en mal momento ya que a el era la primera vez que lo rechazaban, y juro raptarla. Anayet y Arafita temían sus furores pero ¿ que podían hacer los pobres por defender a su hija ?
En tres zancadas dicen que se presento Balaitus ante Culibilla, decidido a cumplir su propósito. Las montañas todas estaban atónitas, sin atreverse a defender a la hermosa y desgraciada diosa, Balaitus era el Zeus de aquel Olimpo Pirenaico. Y dice la leyenda que entonces Culibilla, al verse perdida, grito:
¡ A mi las hormigas !
A millares acudieron de todos los sitios las hormigas blancas que empezaron a cubrir a Culibilla ante los ojos de Balaitus que, horrorizado, emprendió la huida.
Culibilla, en el colmo de la amistad y el agradecimiento, se clavo un puñal en el pecho para guardar dentro junto a su corazón, todas las hormigas: es el foru de Peña Foratata.
Y cuenta que los que suben al Forau de la Peña pueden claramente los latidos de Culibilla, la diosa agradecida.
Y aseguran también que en Formigal, desde entonces,ya no hay hormigas blancas: todas las tiene ella.
"Leyendas del Pirineo" de Rafael Andolz Ed: Pirineo
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