dijous, 18 de febrer del 2010

Ramón J Sender y no más


Ramón José Sender Garcés (Xalamera 1901 (Baix Cinca)- San Diego 1982 (California)

Que puedo decir de este escritor que no sea ya conocido por qualquier altoaragonés. Se cuenta en algunas de sus tropecientas biografías que salió de sí algo tan rotundo y profundo como lo que sigue:

[...]en el prólogo de Los cinco Libros de Ariadna: "Me ha ayudado hasta hoy el repertorio de los valores más simples y primarios de la gente de mi tierra. No del español de la urbe (...) sino tal vez del campesino de las tribus del norte del Ebro, en la parte alta de Aragón (...) soy probablemente (...) un ibero rezagado. El serlo no representa mengua ni privilegio (...) Estamos, pues, en que al menos uno ha salvado alguno de los valores de la tribu. Cierta violencia y aun brutalidad es inevitable"[...]

Como los padres de Sender, además de su profesión su madre era maestra y su padre secretario de ayuntamiento, pertenecían a familias de labradores acomodados, propietarios de tierras, en su casa no tenían problemas económicos. Por tanto, Ramón J. no tuvo de niño las dificultades que tuvieron otros niños de principio de siglo y que vivieran también en un ambiente rural. A los diez años (1911) comenzó el Bachillerato como alumno libre. Mosén Joaquín,capellán del convento de Santa Clara, de Tauste, dirigía sus estudios, teniendo luego que examinarse en el Instituto de Segunda Enseñanza de Zaragoza.

Marchó después a Reus, en donde continuó estos estudios, en el colegio de los frailes de San Pedro Apóstol. Más tarde la familia se estableció en Zaragoza. Aquí estudió los cursos de 5. y 6. de Bachiller. Durante el año que cursaba 6. de Bachillerato hubo grandes desórdenes estudiantiles y le hicieron a él responsable, suspendiéndole todas las asignaturas, por lo que tuvo que ir a terminar el Bachiller a Alcañíz (Teruel), en donde trabajó como empleado de farmacia, porque se había peleado con su padre. Después, en este deambular familiar, lo veremos también en Caspe.

A los 17 años (1918), ya terminado el Bachiller, Ramón J. Sender se escapó de casa y se fue a Madrid. Solo y sin dinero pasó los mayores apuros de su vida hasta el punto de verse obligado a dormir en un banco del Retiro durante tres meses. Se lavaba en una fuente del parque y en las duchas del Ateneo, a donde iba diariamente a leer y escribir.

En la Universidad de Madrid se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras: el ambiente académico -textos, clases, exámenes- le decepcionó pronto y decidió formarse por su cuenta leyendo vorazmente en las Bibliotecas y comprando libros cuando podía, pero lo que a Ramón J. Sender le atraía verdaderamente eran su vocación de escritor y las actividades revolucionarias con grupos de obreros anarquistas, no importándole meterse en conflictos políticos por graves que parecieran. Su padre, D. José Sender, fue a Madrid y obligó a su hijo a volver a casa, dado que este era menor de edad.

Entonces, en Huesca, dedicó todas sus energías a la publicación de un periódico, LA TIERRA, diario que formaba parte de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón. Como por su edad, 18 años, no podía ser oficialmente director, en este puesto figuraba el nombre de un abogado amigo suyo, aunque era el joven Ramón J. quien lo dirigía y lo llevaba a cabo con gran esfuerzo y entusiasmo.

Al cumplir los 21 años (1922) tuvo que ingresar en el ejército, donde pasó de soldado a cabo, de cabo a sargento, de sargento a suboficial y de suboficial a alférez de complemento en la Guerra de Marruecos entre 1922 y 1924. Al regresar de Marruecos libre ya del servicio militar, ingresó en la redacción del prestigioso diario El Sol como redactor y corrector desde 1924 a 1930. En estas fechas era ya un periodista muy cotizado y de sus novelas, especialmente Imán, basada en la guerra de Marruecos, y traducida a varias lenguas, se hacían grandes tiradas. Colaboró además en los periódicos libertarios Solidaridad Obrera (de la Confederación Nacional del Trabajo) y La Libertad y seguía militando en el anarquismo, de forma que fue a parar a la Cárcel Modelo de Madrid en 1927 a los 26 años por sus actividades contra el general Primo de Rivera.

La Guerra Civil le sorprendió veraneando con su mujer, Amparo Barayón, y sus dos hijos, Ramón de dos años y Andrea de seis meses, en San Rafael, pueblo segoviano en la sierra del Guadarrama. Al ocupar los insurgentes esta zona, decidieron separarse: su mujer e hijos fueron a Zamora con la familia de ella y él atravesó arriesgadamente el frente y se incorporó como soldado a una columna republicana que llegaba de Madrid. En el mes de octubre torturaron y mataron a su mujer en Zamora, al no poderle apresar a él. Al quedar sus hijos desamparados en zona franquista, ya en 1937, pasó a Francia y los recuperó en Bayona por medio de la Cruz Roja Internacional. Allí los dejó al amparo de dos muchachas aragonesas y marchó a Barcelona, pidiendo que le enviaran al frente de Aragón, en el río Segre, con las tropas anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), pero los comunistas se hallaban peleados con los sindicalistas y desconfiaban de Sender, de forma que no se lo permitieron.

Por esa época consiguió viajar a Francia y estar dos meses con sus hijos. El gobierno republicano lo envió a Estados Unidos a dar una serie de conferencias en universidades y otros centros para presentar la causa de la República. Luego se le encargó la fundación en París de una revista de propaganda de guerra titulada La Voz de Madrid. Las disensiones en el bando republicano continuaban y aumentaban, y esta situación llegó a disgustarle tanto que decidió salir de España a finales de 1938; pasó la raya de Francia y ya no regresó.

Tras pasar por un campo de concentración, en marzo de 1939 (la guerra acabaría en abril) se embarcó como tantos exiliados hacia México, en donde vivió hasta 1942, año en que se trasladó a Estados Unidos, donde fue profesor de literatura. Allí se volvió a casar y tuvo otros dos hijos, pero las constantes infidelidades por su parte motivaron la disolución de su familia.

En esta etapa su producción literaria aumentó considerablemente. Convertido en apolítico (dirá a Laforet "sólo guardo rencor a ese césar pequeñito"), regresó a España cuando le concedieron el Premio Planeta y pasó allí largas temporadas en 1976,declarando su intención de volver de nuevo para fijar ya su residencia en su país natal. En 1980 solicitó desde San Diego (California) recuperar la nacionalidad española y renunciar a su nacionalidad estadounidense. Murió dos años después en Estados Unidos, el 16 de enero de 1982.

De su extensa bibliografía apenas he podido leer algunos títulos conocidos,entre los que destaco "Bizancio" y "Requiem por un campesino español"Esta última, aparecida originalmente bajo el título de Mosén Millán en México (1953), adquirió su nombre actual en 1960. El motivo de su publicación en México fue, entre otros, la censura que sufrió durante años en España.

El relato, de extrema sobriedad, nos relata con una atmósfera de tensa calma los sucesos más importantes de la vida de Paco el del Molino, así como la intriga, la venganza, el miedo y la ira a la que se ve sometido. Esta vida, en palabras del propio Sender, "es simplemente el esquema de toda la guerra civil nuestra, donde unas gentes que se consideraban revolucionarias lo único que hicieron fue defender los derechos feudales de una tradición ya periclitada en el resto del mundo."

Paco es el protagonista de la novela, es un antihéroe clásico, trágico, puro, sincero y, quizás, algo idealista. El ejemplo, el líder en la lucha, el más querido del pueblo, pero el verdadero protagonista y narrador de la historia es Mosén Millán. El párroco del pueblo nos rememora la vida de Paco por etapas, en cada fragmento recuerda unos acontecimientos de la vida de Paco desde su niñez hasta su muerte, de la que, en gran parte, él es responsable. Precisamente esa responsabilidad, ese malestar, esa terrible carga que soporta por haberlo delatado, perfila aún más la realidad social de la época, que se nos va describiendo y descubriendo poco a poco con gran maestría narrativa.

El cura del pueblo simboliza y representa a todo el conjunto de la Iglesia, en una dura crítica sobre el papel que ésta adoptó durante la preguerra y la Guerra Civil Española (de ahí la inacción ante la muerte de Paco y la falta de compromiso del cura). Mosén Millán en la novela predica resignación y humildad, aceptar los avatares de la vida y poner la otra mejilla. De este modo intenta explicar a Paco que la extrema pobreza de los que viven en las cuevas no es cosa realmente tan grave si se piensa en las miserias espirituales a las que están expuestos y, finalmente, también intenta que Paco acepte su muerte y se resigne. En esta actitud se refleja una feroz crítica en donde se aprecia con extrema claridad la forma de pensar y la ideología del autor.

fuentes: diversas, wikipedias, enciclopedias, www.ramonjsender.com, etcs...

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