Lena Casasús Acedo. Ludoteca Calarión (desembre 2015) |
Actualmente, se ha recuperado la tradición, y los niños se suben a ella, y dándole con un palo, y gritando "caga tronca!", las golosinas caen fuera, para regocijo de éstos.
La referencia escrita más antigua que se conoce de esta tradición es de Ana Abarca de Bolea, abadesa del oscense Monasterio de Casbas, en el siglo XVII:
"Toz la claman buena noche,
dirálo la colazión
y lo tizón de Nadal
que ye nombrado tizón"
En algunos lugares de Aragón las hogueras o xeras se encienden al raso, al igual que en la Sanchuanada. El fuego de la tierra anima al fuego celestial a volver a brillar, a encenderse de nuevo tras el solsticio. La luz en la calle servirá también para mantener alejados a los seres malignos que esta noche andan cerca, como luego veremos. El fuego más tradicional, sin embargo, se enciende dentro de la casa, en el fogaril. Y no sirve cualquier madera. Un antiquísimo culto a la Naturaleza pervive en esta costumbre. Hay que elegir un tronco especial, el de un árbol fuerte y longevo, pedir permiso y perdón al espíritu que habita en su interior antes de talarlo, y luego llevarlo hasta el fogaril.
El fuego en el centro del hogar, reunida toda la familia en torno a él, un lugar mágico que conecta con el mundo de las almas, de las almetas. Los espíritus de familiares fallecidos se guiarán por el resplandor para volver esta noche a la Casa. La protegerán con su presencia fantasmal, y garantizarán su continuidad. A los espíritus hay que dejarles ofrendas, se les pone en la mesa comida, sobre todo, alubias. Esta costumbre de las donaciones a los antepasados es la que posiblemente evolucionó a través de los siglos a la de los regalos de Navidad.
El fuego de Navidad aseguraba la continuidad de la Casa, garantizada por la presencia de los difuntos. Por ello, los encargados del ritual eran el varón más anciano o el más pequeño de la familia. Antes de quemar la Tronca había que bendecirla. Con la bendición y el encendido terminaba la ceremonia en el Pirineo y prepirineo occidental. El oriental y algunas otras zonas de Aragón incluían las baradas para que cagara la Tronca. Había fórmulas para uno y otro caso. Para bendecirla, una oración tipo sería:
"Buen varón, buena brasa;
buen Tizón, buena Casa;
Dios bendiga al amo y a la dueña de esta casa,
y a los que en ella son".
Mientras el crío o el biello recitan las palabras ceremoniales, vierten el vino del porrón sobre la Tronca haciendo una cruz. Se puede bendecir además con las migas de una torta.
Cuando la Tronca tiene que cagar golosinas para los niños, estos deben darle baradas, golpes con las varas, una vez mojadas en agua o rebozadas en ceniza. La cancioncilla infantil es más larga que la bendición y admite más variantes, pero los versos más comunes son:
"Tronca de Nadal
Caga turrons y pixa vi blanc"
Algunos pueblos combinan las dos modalidades rituales, bendiciendo y golpeando al Tizón:
"Cabirón, cabirón
¡Caga turrón!".
Con la Tronca bendita se prende el fuego sagrado, comenzando por un extremo, y haciéndolo durar el mayor tiempo posible, variable según las zonas. El poder sobrenatural de la Tronca se transmite a las cenizas. Con ellas se garantiza una fértil siembra si acompaña a las semillas, se mezcla con el fiemo para fertilizante, sirve contra las plagas de los campos y como emplaste sanador de las heridas del ganado. La ropa más blanca es la que se lava con esas cenizas, dicen las ancianas. Además, un trozo de la Tronca no quemado, una tozeta, es talismán protector de entradas a la casa y a las mallatas, y defensor contra las tormentas.
font: artículo de Pedro Arnal Cavero que apareció publicado en Heraldo de Aragón y que fue recogido después en un libro titulado "Aragón de las Tierras Altas" en 1955.
font: http://www.infoaragon.net/informacion/Sociedad-y-tradiciones/Festividades/Tronca-de-navidad.php
font: Aragón, sus leyendas: Primera parte del artículo de Chema G. Lera publicado en diciembre de 2000 en la cadena de periódicos comarcales de Aragón "La Crónica de..."
Dedicat especialment a mon yayo que tot i no ser partidari d' estes "comedietes" me fie lo joc i se menjae les mandarines que posaem a lo tronc mentre dormiem, fet que me dixae maravillat al dia siguient; lo tronc menjae... i me donae sugus!
De petits ens deiem, anem a donar de menjar al Tió o no ens cagarà regals... i corrent a portar anisos al Tió perque no ens deixes sense regals!
ResponEliminaBons records el del Tió, una tradició que no pot desapareixer