Se encuentra en la pendiente de la ladera, con cuatro casas en pie y la iglesia en la cota más alta.
En el siglo XVI había 6 fuegos. En 1857 solo había dos casas y luego figuró como despoblado, en cambio en 1986 había 13 habitantes.
Hace algun tiempo mí padre se decidió a llevarme de nuevo a una de nuestras excursiones por el altoaragón en que recorremos lugares singulares, especiales, culturales e históricos de la tierra que le vió nacer. En este caso me habló de una aldea situada sobre Laspuña llamada San Lorién y decidimos pasar a ver como andaba.
Era un sitio tranquilo en que se podían apreciar, como ya en qualquier lugar, la placa con un pequeño resumen de la historia del lugar y sus peculiaridades que relato en la crónica anterior. Lo más agradable y fué cuando decidí bajar al pueblo a dar una vuelta a las tres o cuatro casas y a intenar buscar al "león".
Enseguida me amaneció una señora (legendaria en edad) con un saco de bellotas enorme a la espalda y otra que la seguía de mediana edad. Hablamos durante un rato, yo allí con mí aspecto cargado de urbanitismo deplorable; incomodando y divirtiendo a la pareja de mujeres que hacían las veces de pueblo. -"me llamo Lorién" decía ilusionado -"a pos muy bién, de donde vienes tal" en estas que pregunto por la piedra leonada y me mira misteriosamente la más joven advirtiendome -"no se vé todos los días la piedra que dices", inocente de mí dije un -"a sí?" espectante. Me dijo que buscara alrrededor de la hermita -"pos no recuerdo muybién donde,era quizas detrás, delante..." corriendo subí a buscarla pensando hallarla semi enterrada casi como un descubrimiento propio de un recién iniciado en los estudios históricos, poder interpretar correctamente aquello que otros no supieron.
En vano la busqué durant largo rato esperando su "aparición". recordé además -"depende del tiempo que hace se vé con más freqüencia" deduje que no era propicio el momento. Me fuí sín ver más que en foto la rareza, imaginaba quién sabe que una piedra enorme que resultaba estar reutilizada en una pared de la ermita. Gracias señoras sanlorentinas por su paciencia, si no fuí capaz de encontrar la piedra, como para hallar explicación.
Especulando un poco, quizás influenciado por las historias de lobos que me contó mí abuelo, en sus peripecias como ayudante (a mí bisabuelo) de correo entre valles allá por los años 30 en que debía llevar unas cerillas "por si acaso". Me atrevo a afirmar que el relieve és un lobo. Ahora vamos más allá, en algunas culturas pirenaicas, por lo que sé, tienen un culto a la naturaleza muy fuerte y frecuentemente además una fobia quizás justificada al lupo y onso. Me refiero a culturas prerománicas; también és habitual en algunas de aquí i allá, ahora me voy algo más lejos de representar su dominio sobre la naturaleza, a través del miedo y respeto, haciendo representaciones en piedra u otros medios a modo de advertencia.
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