dilluns, 12 de juliol del 2010

El Fago de siempre


A solo 7 kilómetros de Ansó se encuentra el pueblo de Fago. Situado junto al río Majones, próximo al límite con Navarra, todo su casco urbano puede considerarse conjunto artístico.

Se trata de un pueblo característico de montaña pirenaica, con calles empedradas y bellos ejemplos de arquitectura civil con empinados tejados, chimeneas troncocónicas y balconadas con trabajadas barandillas de madera.

Situado a 888m. de altura en la margen izquierda del barranco San Cristóbal, cuenta con 26 habitantes censados de los que solo una pequeña parte viven de forma habitual allí.

Los fines de semana y verano la población aumenta ya que hay un buen número de casas restauradas para segunda vivienda. La población tiene una media de edad más elevada incluso que en Ansó.

El pueblo se extiende a los dos lados de la calle principal, que aquí resulta ancha y luminosa. Solo las antiguas escuelas, hoy convertidas en el Ayuntamiento, se levantan al otro lado del barranco, y a su lado el que fue lavadero municipal, bien conservado como curiosidad, a cuya fuente aún acuden los vecinos por costumbre a buscar agua fresca en verano.

La iglesia, del siglo XVI, se sitúa en la parte alta. Construida en 1582 y consagrada a san Andrés que preside el retablo mayor se levantó sobre otra antigua de la que se conserva el tímpano de la portada, románico, lo que “despista” a sus visitantes sobre la fecha de construcción.


El patrón del pueblo, San Cristóbal, dispone de una ermita a la que se acude el 10 de julio cuando se celebran las fiestas mayores.

El entorno no es distinto al de la parte media del Valle pero destaca barranco abajo la Foz de Fago con un buen cañón que hace las delicias de los barranquistas sobretodo con buen caudal.

La dura vida de sus habitantes —básicamente mujeres— también de otros pueblos vecinos, ha quedado reflejada en una expresión conocida como "emigración golondrina", que reflejó durante decenios, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, la marcha temporal de mujeres jóvenes a trabajar a las fábricas de "espardeñas" o zapatillas en las fábricas situadas al otro lado de la frontera. Existe toda una literatura que trata esta singular emigración temporal, desde el otoño a la primavera, de ahí su denominación de "golondrina". Hoy día los apellidos provenientes de estos pueblos del Pirineo, aragonés y navarro, son comunes en localidades francesas como Mauleón.

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